domingo, 11 de noviembre de 2012

Historias de héroes en Santiago de Cuba


La vida pone situaciones difíciles en nuestros caminos, como la que pasamos los santiagueros cuando Sandy, con toda su furia, se ensañó en el territorio oriental cubano, dejando devastada la ciudad de Santiago de Cuba y sus alrededores.
Sin embargo y pese a las circunstancias, surgieron al instante, hombres y mujeres que supieron enfrentar a la madre naturaleza para convertirse en héroes de la sociedad.
No fueron superhéroes como Batman, Spiderman, Los Vengadores y otros que solo salvan en las películas de ficción, estos están más cerca, dentro del pueblo y al lado de sus vecinos, dispuestos en cualquier momento y circunstancia a defender y salvar la vida de sus coterráneos.
Esta historia sucedió en Palma Soriano, un municipio de mi provincia, cuando José Amed, joven de 21 años, se convirtió en el superhéroe de unos ancianitos que, tras el paso de  Sandy,  quedaron a la merced de los vientos huracanados de este fenómeno meteorológico y que gracias a la audacia y valentía de este muchacho cuentan hoy la desagradable experiencia que les tocó vivir.
Mi directora Olga Thaureaux Puertas, fue tras el encuentro de estos protagonistas y de esta forma contaron sus vivencias, las cuales comparto con ustedes:     

Le debemos la vida a José Amed
Escrito por OLGA THAUREAUX PUERTAS
 La palabra solidaridad en estos días de recuperación tras el paso de "Sandy", puede parecer una reiteración, mas cuando se trata de destacar valores humanos no hay redundancias. La tarde noche del 24 de octubre el joven palmero de 21 años, José Amed Corría Cruzata, dijo a su mamá que no dormiría en su casa, muy segura por ser de placa, y que iría hacia donde viven sus primas, pues allí podían necesitar de su ayuda ante el inminente paso del ciclón Sandy, ya que eran construcciones de madera y zinc o concreto y fibro.
Fue así que decidió irse para la casa de su prima Yamila González, de mampostería, con techo de fibro, donde también me lo encontré el día de la visita.
Muy tímido y de pocas palabras, me cuenta que cuando empezaron a batir las primeras ráfagas de viento y se escucharon las voces de los vecinos de al lado pidiendo auxilio, porque ya el viento había tumbado todo el corredor y amenazaba con seguir destruyendo, como lo hizo, no lo pensó dos veces y salió hacia la casa de Roberto Trujillo, de 91 años, y sacó en los brazos a su esposa, Enma Dora, de 83 años y la puso a salvo.
Inmediatamente regresó por Roberto, quien me confiesa que: "Yamila nos brindó su casa desde temprano, pero como no vimos peligro y todo estaba quieto, nos acostamos, pero si no fuera por este héroe, creo que no hacemos el cuento. Después de cargar a mi esposa, a mí me llevó de la mano, creo que en el aire, no sé si yo ponía los pies en el piso. Cuando íbamos a entrar a la casa de Yamila el viento nos empujaba hacia atrás, pero su fortaleza de joven venció...Todavía estoy emocionado, este muchacho nos salvó la vida, es un héroe de estos tiempos", dijo mientras nos mostraba cómo quedó su casa.
Esa noche, a solo unos metros, en una amplia vivienda de madera, también estaba Graciela Lago, con su familia, quien hoy agradece el gesto de José Amed, los hermanos José Carlos y Arnulfo Haidar, y otros, pues en medio del ciclón, desafiando el peligro, sacaron a su madre de 79 años, porque los árboles ya habían derribado el corredor y no daban paso. "Hoy estoy más calmada -dice- y agradezco a todos tanta solidaridad y humanismo... en especial a Yamila por protegernos en su casa".
Muchos vecinos del reparto Dos Ríos advierten nuestra visita y se suman al diálogo, todos quieren contar sus experiencias, mas coinciden y agradecen a Yamila por acogerlos.
Yamila González, dice que en su casa tenía a 35 personas, era la más segura del barrio, pero en un momento sintió miedo, pues su techo es de fibro, y temió que no aguantara los fuertes embates del viento, y "ella podría ser responsable de la suerte de todas esas personas que estaban en su casa".
Pero este noble gesto tuvo la recompensa de la naturaleza, su casa resistió, y allí amanecieron todos. Pasados 13 días, todavía acoge a tres adultos y una menor, pues su morada no tiene condiciones.
Juntos han reconstruido lo que han podido, juntos apartaron árboles, cargaron los techos que pudieron recuperar... y juntos volverán a darle a su barrio el matiz que tenía.
Es mediodía, me despido de ellos, en sus caras, a pesar de los daños personales, advierto optimismo y sobre todo, satisfacción porque están vivos, empezando por la anciana Enma Dora, que ya reclamaba su almuerzo, no sin antes aceptar tirarse una foto con "el joven que la salvó".